
Luce soledad
Axel Padrón.
Iba caminando solo por una calle amplia, llena de charcos que hacían más torpes mis pasos. Así no podía seguir dibujándote en mi mente, mi gran obra todavía no estaba hecha.
Así es, después de haber convivido a lo largo de mi vida con todo tipo de mujeres, ya estaba aburrido de siempre estar sin sentir nada... -¿estaré muerto por dentro? No lo sé, quizá, pero quiero cambiar, estoy cansado.
La calle se ha transformado en un gran laberinto, los árboles dibujan un ambiente de tristeza, los coches avanzan demasiado rápido, me imagino que esas luces que pasan a lado mío son coches, ¿por qué me miran así? Estoy empeorando, quiero dejar de pensar en esa mujer, mi gran obra, no, mejor la concluyo, y después de constituir la forma perfecta, la buscaré; al fin que ya mi mente se sentirá mas relajada y sólo estará ocupada en una cosa.
¡Maldición! Olvide comprar leche, no podré inspirarme, ¿qué hora es? ¿Estará todavía abierta la tienda de Don Rodiles? No, ya es muy tarde, bueno, pero por fin estoy en mi casa,-introdujo la llave en la ranura correspondiente-. Hola Logan, ¿tienes comida? Haber déjame servirte, ja, te gusta mi presencia verdad, ronroneas muy alto, ya amigo come y deja de ronronear, te lo he dicho muchas veces: mientras comas no ronronees, te puedes asfixiar, más despacio, no tragues, mastica, espera, voy a ver si nos queda un chorro de lechita aún, tú come, recuerda despacio, ahora vuelvo.
¡Oh, Dios es grande! Nos queda un cuartito, la compartiremos, bebe Loguitan. Shhhhhh,
-el timbre suena un par de veces-. Alguien toca, ¿quién es? No contestan amigo voy a echar un vistazo, –Gustavo gira la perilla y se da cuenta que no hay nadie-. No era nadie, que raro, no creo que los niños se pongan a jugar a esta hora a tocar timbres, ha de ser un falso contacto, mañana lo arreglaré, ahora tengo mucho trabajo, tengo que terminar mi obra.
[De esa forma Gustavo da vueltas por su departamento buscando los llamados “planos” de aquella persona para él perfecta, el sabía dibujar, escribir, se ganaba la vida actuando en pequeñas fiestas infantiles además de que de vez en cuando salía de extra en algún comercial y si le iba bien en una película.]
Aquí están, sólo me faltan afinar unos detalles y todo estará presto para buscar y finiquitar esto de una vez por todas y ser feliz, de una buena vez feliz. A ver, let me see, debe ser alta, sí, yo soy alto, además morena, de piel quemada, limpia, tersa, ojos verdes y grandes, sí, delgada, el volumen de sus senos, caderas y nalgas no me es muy importante, lo que sí lo es, es que piense aunque sea un poco, que le gusten los museos y el teatro, así, lo demás lo practicaremos cuando la encuentre... Gustavito, prepárate para la búsqueda.
[Esa noche no pudo dormir de la emoción, la ansiedad era un aire frío que lo hacia temblar y hundirse en lo más profundo de sus cobijas, esperaba la luz del día, un chispazo con el cual saltaría como juguete de caja de sorpresa. El sueño lo venció, durmió y soñó, tuvo un sueño extraño, parecía real, una mujer tal cual y como él la había trazado, lo llamaba, la mujer estaba desnuda, él al percatarse de tal cosa se acerco lentamente, la mujer lo apuntaba con sus dedos, el índice de la dama lo llamaba, la mujer desapareció de entre la maleza de la selva. Él gritaba un nombre, -¡Lucía!- pero era muy extraño, ella no le había dirigido siquiera una palabra y él estaba seguro de que se llamaba Lucía, tan seguro que como se llama Gustavo, así se lo explico él mismo. Lucía contestó con un grito: -¡Despierta imbécil!- y en ese instante cuando él estaba apunto de tomarla por las caderas despertó.]
¡Qué raro sueño! Era ella, pero ¿cómo? No importa, la buscaré, pero primero, lo primero, tomaré un buen baño, después el trabajo con los niños de la primaria, y comenzaré la búsqueda.
[Mientras Gustavo se duchaba volvió a escuchar el timbre, sonaba una y otra vez, era un sonido desquiciante, él no tardó en desesperarse; enredó una toalla alrededor de su cintura y se dirigió a la puerta preguntado: -¿Quién?- como no contestaba nadie se fue al baño, no le dio gran importancia. Salió a trabajar.
Mientras se dirigía a su cita en la primaria donde fungiría como payaso por ser 30 de abril, recordaba el sueño, como por arte de magia el destino le había mandado la imagen exacta de lo que él quería, fue como si el le hubiera entregado los planos al destino y este se hubiese encargado de construir lo maravilloso, y claro está, él había guardado la imagen en el disco duro de su mente.]
Que formas tan curiosas, de recordar tiene uno, si apenas te creé ayer mi amada Lucía y te renombré y bauticé en mis sueños, ¡ay Dios! Ahora sí, ya terminó mi jornada laboral, ahora a buscarte, pero primero, necesito tomar algo, esto de estarte pensando y creando, me ha desgastado bastante, necesito un buen vaso de leche, y después un mescalito para equilibrar la crema.
[Gustavo entró a un restauran-bar de la colonia Juárez, en la calle de Toledo, el “Talismán”, pidió al mesero un vaso de leche y unos cigarrillos, al terminarse su trago, pidió una botella de mezcal, ese día le habían dado ganas de beber.]
A ver, por dónde empezaré, I don’t know, ni siquiera cómo la voy a encontrar, hay muchísima gente en la ciudad, pero no me importa, yo sé que la voy a encontrar, nadie me la va a ganar, yo la creé, está enlazada a mi vida y yo a la de ella.
[Pasaban los minutos a cuenta gotas, y él cada vez desesperaba más, además de que su embriaguez cada instante se hacía más notoria, decidió salir del lugar para ir a casa, no sin antes comprar leche.]
¡Caray! Sí que estoy un poco ebrio, ¿qué es esto? –Se preguntaba mientras levantaba del suelo al pie de su puerta un sobre color azul celeste.- ¿Será una invitación? – Abrió el sobre y se dio cuenta que era una especie de recado anónimo que decía: “te estuve esperando amor. L.” Su extrañeza era mucha, ¿cómo podía ser posible? Él no tenía ningún amorío en esos instantes; no pudo despejar su mente de esa nota, trató y trató de adivinar quien pudo haber sido sin encontrar respuesta, el cansancio y el peso del mezcal le vencieron y terminó esa noche durmiendo con la nota en la mano.-
[La mañana siguiente fue de lo más monótona, hizo lo de costumbre, tenía otra fiestecilla para niños, mientras se maquillaba, el timbre volvió a sonar como lo había ya hecho dos días atrás. Dejó sus pinturas sobre el buró y se dirigió con maldiciones a abrir la puerta, al abrir esta su rostro se llenó de sorpresa y miedo, una serie de sentimientos volaban por sus adentros sin que él pudiese hacer nada, se quedó petrificado.]
-Hola soy nueva aquí, me acabo de instalar en el departamento de enfrente, solo vine a presentarme, me llamo Lucía... Valdez, y tú... ¿tienes un nombre además de esa nariz tan roja?-preguntó la dama sin inmutarse.-
-Aaaa... este, Gustavo, -tosió- ¿llegó hoy?
-Háblame de tú, y sí, llegue hoy de madrugada; si llegaras a necesitar algo ya sabes donde encontrarme, bye Gustavo. –La mujer se alejó y entro a su departamento-
¡Es ella! Como chingados no, claro que es ella, es la misma que soñé, el mismo rostro, el mismo pelo, el mismo cuerpo, la misma voz, ¡el mismo nombre! ¿Qué hago? ¿Qué chingados voy a hacer? La tengo que invitar a salir, no, no, no; mejor a cenar aquí en mi casa, una cena de bienvenida, ¡sí! Así lo haré, es más, hoy no voy a trabajar, mejor primero la voy a invitar y después a comprar lo mejor para preparar una buena cena.
[Gustavo se despintó y fue a invitar a Lucia. Estaba y se le notaba muy seguro de sí mismo, y él sabía por qué, lo tenía que estar, su creación había llegado a sus pies y ahora sólo dependía de él que ahí se quedara por siempre.
Gustavo se enfiló directo a la puerta de Lucia, tocó y la invitó, ella temerosa pero segura aceptó, todo en ese día marchaba de maravilla, no cabía ningún error.]
Flan, vino, fresas, pechugas para hacerlas a la plancha, no puede faltar el brócoli, la lechuga y los ravioles, pimiento morrón, cebolla y un poco de condimento. Todo va a salir de maravilla, estoy seguro que sí, no hay falla.
Bueno preparemos esto, Logan toma los huesitos, anda comételos. Todo está ya listo, sólo falta que llegue mi amada, esperaré. Pero, me pregunto ¿quién habrá enviado la nota? Ahora no es importante, ya tengo a mi mujer.
[Gustavo esperó, no lo hizo por mucho tiempo, porque la mujer llego puntual a la cena, Gustavo al escuchar el timbre, abrió la puerta y la dejó pasar a lo que sería una cena inolvidable para ambos, así lo había imaginado él, todo iba siguiendo una línea... la perfección.]
-Hola, pasa, estas como en tu casa, aunque la tuya esté enfrente, siente esta como si fuera la tuya.-
-Gracias, créeme que lo haré,- contestó Lucía con una sonrisa -
-Bueno, siéntate aquí en la mesa, que yo en unos instantes traeré la cena, espera.-
[Lucía inspeccionaba cada rincón del pequeño departamento como si estuviera buscando algo, era como si estuviese marcando su territorio con la mirada; mientras tanto, Gustavo servía cuidadosamente a porciones exactas lo que comerían, como todo un gran chef lo adornaba magistralmente.
Al salir de la pequeña cocina se dispusieron a comer, sus miradas eran enamoradas, en especial la de Lucía, que mientras comían no separaba la vista del muchacho, parecía como si se lo estuviera comiendo a él; sus pupilas estaban extremadamente dilatadas, sus ojos eran como aquellos remolinos hipnotizadores. Terminaron de comer.]
-Gracias por la comida, estuvo magnífica, ahora si ya te puedes casar.- Comentó Lucía mientras se limpiaba la boca.
-Gracias, estoy pensando en eso.
-¿En serio? ¿Tienes novia?
-No, este... se podría decir que sí...
-¡Que chica tan afortunada! Mira que tener a un hombre trabajador, ordenado, responsable, apuesto y lo más importante buen cocinero no es fácil de atrapar.-
Esto lo decía mientras lentamente deslizaba su pierna bajo la mesa para acariciar a Gustavo.
-Este... pues esa chica eres tú, a lo mejor tu no lo sabes pero te he estado creando desde hace un tiempo, también sin conocerte físicamente ya te había visto en uno de mis vagos sueños, hasta tu nombre lo sabía.
-Yo también te he visto y me da gusto estar aquí, contigo, -se puso de pie y se sentó en las piernas de Gustavo- solo tu y yo, nadie mas.
[Comenzó lo inevitable, sus besos eran salvajes, pero parecían estar al ritmo de las mas ilustres notas de el carnaval de Schumann que se escuchaba como música de fondo, el piano de la sonata iba transformando los instantes y despojando con perfecto ritmo las ropas de los amantes, él recorría con sus manos todo su cuerpo, desde las piernas, pasando por las ingles, abdomen, senos hasta por fin alojarlas en el cabello; ella era la maestra de ceremonias, dirigía toda la orquesta, sus movimientos hacían obedecer a los del otro, no podía existir sincronía mas exacta en esos instantes era todo un fenómeno natural, como un eclipse.
Sin darse cuenta terminaron dormidos en la cama, Lucía despertó primero y después de besarle la frente a su amado, salió del departamento.
Los días transcurrieron de igual forma charlaban, comían y se iban a la cama, eran los días más felices en sus vidas, pero Gustavo podía sentir que algo extraño estaba pasando, pero no sabía qué, habían pasado cosas muy extrañas antes y durante su estancia con Lucia, por ejemplo: el timbre, la nota, el sueño, ella.]
-Oye, sabes una cosa, te amo, pero necesito saber más de ti, ¿de donde vienes?-
Pregunto Gustavo.
-Eso ahora no te lo puedo contestar, de eso tú te darás cuenta un día, solamente te puedo decir que yo ya te había intentado contactar, es decir, yo ya había tocado a tu puerta y después huía, también un día te esperé hasta tarde y nunca llegaste así es que decidí dejarte un recado bajo tu puerta, hasta que un día decidí hacerlo y fue cuando por fin nos vimos y nos brindamos el uno a el otro.
-Pero... ¿por qué tardaste? Te das cuenta que yo ya te había estado esperando, yo ya te había creado en mi mente, ya vivías ahí, no había otra cosa, no hay otra cosa.
-Mira, ya no sigas, todo se sabrá a su tiempo, al fin y al cabo tú estas feliz y yo también, solo vivo para ti y por ti.
[Después de ese día nada volvió a ser igual; siempre después de hacer el amor, volvía la misma discusión entre cobijas y ella por lo general terminaba huyendo del departamento de Gustavo.
Él seguía intrigado por el pasado de su mujer pero mas por el futuro de ambos, cómo iba a haber futuro sin un pasado, sin un buen presente, la situación daba miedo, el no quería dejarla escapar, cómo lo iba a hacer si por fin estaba realmente enamorado.
Los meses transcurrían al son de la misma tonada, pero lejos de desalentar a Gustavo, ya se había enamorado más, esto se estaba convirtiendo en una obsesión por tener a Lucia al cien por ciento. Cada noche antes de irse a dormir, Gustavo preparaba un discurso y después lo leía frente a un espejo, cada discurso seria entregado a Lucia, y cada uno era recitado con una extraordinaria actuación, en algunas ocasiones llegaba al borde del llanto; Gustavo ya no tenía vida propia, ya no quería ir a trabajar, todo el día hablaba solo planeando la estrategia para saber el pasado de Lucia, estaba enfermando.
Una noche Lucía llegó de improvisto, Gustavo se encontraba en su cuarto desnudo y recitando como de costumbre frente al espejo, lucia entró y sin hacer ruido cerró la puerta.]
-¿Qué estas diciendo?- Preguntó Lucía mientras se desnudaba.
-Nada, sólo viéndome al espejo.
-Hablabas solo
-Es que ya no aguanto mas, por favor te lo ruego, me estoy muriendo, ¿qué me estás escondiendo? Por favor ¡dímelo!
[Lucía enmudeció y solo pudo besar a Gustavo como nunca antes lo había hecho, parecía un beso de despedida. Hicieron el amor y también fue como una despedida, lo hizo llorar de placer, lo amó como ninguna mujer ha amado a un hombre en todo el mundo.]
-Ahora si, ¿ya me vas a decir?- insistió una vez mas mientras le hacia un nudo al condón que acababa de usar.
-Creo que ese día del que te hablé hace tiempo ha llegado, fue bueno mientras estuve aquí, pero yo no pertenezco a este mundo, al tuyo si, pero a este no.
-No te entiendo-.
Gustavo podía oler lo que podría pasar.
-Vamos afuera, necesito respirar aire fresco antes de marcharme.- Lucia se vistió y se dirigió hacia la puerta mientras terminaba de meter sus pies en aquellos tacones rojos que Gustavo le había regalado.
-Pero yo no quiero que te vayas.
-Es inevitable, yo soy tuya, ¿me entiendes?
Gustavo alcanzó a la mujer tomándola de las caderas apretándola a su cuerpo.
-No entiendo-intentó abrir la puerta pero estaba cerrada no había forma de salir del cuarto-
no te podrás ir, nos quedamos encerrados.
-No Gustavo, entiéndeme, tú estás encerrado, yo no.
Lucía desapareció de entre la pared ante el asombro de Gustavo, no cabía ni una explicación a lo ahí acontecido, solamente se podía decir que el estuvo y estaba solo, solo consigo mismo. Lo único que hizo fue derrumbarse en el suelo y llorar por un largo tiempo, fueron días, hasta que un día ya no se oía ni un solo sollozo.
Axel Padrón.
Iba caminando solo por una calle amplia, llena de charcos que hacían más torpes mis pasos. Así no podía seguir dibujándote en mi mente, mi gran obra todavía no estaba hecha.
Así es, después de haber convivido a lo largo de mi vida con todo tipo de mujeres, ya estaba aburrido de siempre estar sin sentir nada... -¿estaré muerto por dentro? No lo sé, quizá, pero quiero cambiar, estoy cansado.
La calle se ha transformado en un gran laberinto, los árboles dibujan un ambiente de tristeza, los coches avanzan demasiado rápido, me imagino que esas luces que pasan a lado mío son coches, ¿por qué me miran así? Estoy empeorando, quiero dejar de pensar en esa mujer, mi gran obra, no, mejor la concluyo, y después de constituir la forma perfecta, la buscaré; al fin que ya mi mente se sentirá mas relajada y sólo estará ocupada en una cosa.
¡Maldición! Olvide comprar leche, no podré inspirarme, ¿qué hora es? ¿Estará todavía abierta la tienda de Don Rodiles? No, ya es muy tarde, bueno, pero por fin estoy en mi casa,-introdujo la llave en la ranura correspondiente-. Hola Logan, ¿tienes comida? Haber déjame servirte, ja, te gusta mi presencia verdad, ronroneas muy alto, ya amigo come y deja de ronronear, te lo he dicho muchas veces: mientras comas no ronronees, te puedes asfixiar, más despacio, no tragues, mastica, espera, voy a ver si nos queda un chorro de lechita aún, tú come, recuerda despacio, ahora vuelvo.
¡Oh, Dios es grande! Nos queda un cuartito, la compartiremos, bebe Loguitan. Shhhhhh,
-el timbre suena un par de veces-. Alguien toca, ¿quién es? No contestan amigo voy a echar un vistazo, –Gustavo gira la perilla y se da cuenta que no hay nadie-. No era nadie, que raro, no creo que los niños se pongan a jugar a esta hora a tocar timbres, ha de ser un falso contacto, mañana lo arreglaré, ahora tengo mucho trabajo, tengo que terminar mi obra.
[De esa forma Gustavo da vueltas por su departamento buscando los llamados “planos” de aquella persona para él perfecta, el sabía dibujar, escribir, se ganaba la vida actuando en pequeñas fiestas infantiles además de que de vez en cuando salía de extra en algún comercial y si le iba bien en una película.]
Aquí están, sólo me faltan afinar unos detalles y todo estará presto para buscar y finiquitar esto de una vez por todas y ser feliz, de una buena vez feliz. A ver, let me see, debe ser alta, sí, yo soy alto, además morena, de piel quemada, limpia, tersa, ojos verdes y grandes, sí, delgada, el volumen de sus senos, caderas y nalgas no me es muy importante, lo que sí lo es, es que piense aunque sea un poco, que le gusten los museos y el teatro, así, lo demás lo practicaremos cuando la encuentre... Gustavito, prepárate para la búsqueda.
[Esa noche no pudo dormir de la emoción, la ansiedad era un aire frío que lo hacia temblar y hundirse en lo más profundo de sus cobijas, esperaba la luz del día, un chispazo con el cual saltaría como juguete de caja de sorpresa. El sueño lo venció, durmió y soñó, tuvo un sueño extraño, parecía real, una mujer tal cual y como él la había trazado, lo llamaba, la mujer estaba desnuda, él al percatarse de tal cosa se acerco lentamente, la mujer lo apuntaba con sus dedos, el índice de la dama lo llamaba, la mujer desapareció de entre la maleza de la selva. Él gritaba un nombre, -¡Lucía!- pero era muy extraño, ella no le había dirigido siquiera una palabra y él estaba seguro de que se llamaba Lucía, tan seguro que como se llama Gustavo, así se lo explico él mismo. Lucía contestó con un grito: -¡Despierta imbécil!- y en ese instante cuando él estaba apunto de tomarla por las caderas despertó.]
¡Qué raro sueño! Era ella, pero ¿cómo? No importa, la buscaré, pero primero, lo primero, tomaré un buen baño, después el trabajo con los niños de la primaria, y comenzaré la búsqueda.
[Mientras Gustavo se duchaba volvió a escuchar el timbre, sonaba una y otra vez, era un sonido desquiciante, él no tardó en desesperarse; enredó una toalla alrededor de su cintura y se dirigió a la puerta preguntado: -¿Quién?- como no contestaba nadie se fue al baño, no le dio gran importancia. Salió a trabajar.
Mientras se dirigía a su cita en la primaria donde fungiría como payaso por ser 30 de abril, recordaba el sueño, como por arte de magia el destino le había mandado la imagen exacta de lo que él quería, fue como si el le hubiera entregado los planos al destino y este se hubiese encargado de construir lo maravilloso, y claro está, él había guardado la imagen en el disco duro de su mente.]
Que formas tan curiosas, de recordar tiene uno, si apenas te creé ayer mi amada Lucía y te renombré y bauticé en mis sueños, ¡ay Dios! Ahora sí, ya terminó mi jornada laboral, ahora a buscarte, pero primero, necesito tomar algo, esto de estarte pensando y creando, me ha desgastado bastante, necesito un buen vaso de leche, y después un mescalito para equilibrar la crema.
[Gustavo entró a un restauran-bar de la colonia Juárez, en la calle de Toledo, el “Talismán”, pidió al mesero un vaso de leche y unos cigarrillos, al terminarse su trago, pidió una botella de mezcal, ese día le habían dado ganas de beber.]
A ver, por dónde empezaré, I don’t know, ni siquiera cómo la voy a encontrar, hay muchísima gente en la ciudad, pero no me importa, yo sé que la voy a encontrar, nadie me la va a ganar, yo la creé, está enlazada a mi vida y yo a la de ella.
[Pasaban los minutos a cuenta gotas, y él cada vez desesperaba más, además de que su embriaguez cada instante se hacía más notoria, decidió salir del lugar para ir a casa, no sin antes comprar leche.]
¡Caray! Sí que estoy un poco ebrio, ¿qué es esto? –Se preguntaba mientras levantaba del suelo al pie de su puerta un sobre color azul celeste.- ¿Será una invitación? – Abrió el sobre y se dio cuenta que era una especie de recado anónimo que decía: “te estuve esperando amor. L.” Su extrañeza era mucha, ¿cómo podía ser posible? Él no tenía ningún amorío en esos instantes; no pudo despejar su mente de esa nota, trató y trató de adivinar quien pudo haber sido sin encontrar respuesta, el cansancio y el peso del mezcal le vencieron y terminó esa noche durmiendo con la nota en la mano.-
[La mañana siguiente fue de lo más monótona, hizo lo de costumbre, tenía otra fiestecilla para niños, mientras se maquillaba, el timbre volvió a sonar como lo había ya hecho dos días atrás. Dejó sus pinturas sobre el buró y se dirigió con maldiciones a abrir la puerta, al abrir esta su rostro se llenó de sorpresa y miedo, una serie de sentimientos volaban por sus adentros sin que él pudiese hacer nada, se quedó petrificado.]
-Hola soy nueva aquí, me acabo de instalar en el departamento de enfrente, solo vine a presentarme, me llamo Lucía... Valdez, y tú... ¿tienes un nombre además de esa nariz tan roja?-preguntó la dama sin inmutarse.-
-Aaaa... este, Gustavo, -tosió- ¿llegó hoy?
-Háblame de tú, y sí, llegue hoy de madrugada; si llegaras a necesitar algo ya sabes donde encontrarme, bye Gustavo. –La mujer se alejó y entro a su departamento-
¡Es ella! Como chingados no, claro que es ella, es la misma que soñé, el mismo rostro, el mismo pelo, el mismo cuerpo, la misma voz, ¡el mismo nombre! ¿Qué hago? ¿Qué chingados voy a hacer? La tengo que invitar a salir, no, no, no; mejor a cenar aquí en mi casa, una cena de bienvenida, ¡sí! Así lo haré, es más, hoy no voy a trabajar, mejor primero la voy a invitar y después a comprar lo mejor para preparar una buena cena.
[Gustavo se despintó y fue a invitar a Lucia. Estaba y se le notaba muy seguro de sí mismo, y él sabía por qué, lo tenía que estar, su creación había llegado a sus pies y ahora sólo dependía de él que ahí se quedara por siempre.
Gustavo se enfiló directo a la puerta de Lucia, tocó y la invitó, ella temerosa pero segura aceptó, todo en ese día marchaba de maravilla, no cabía ningún error.]
Flan, vino, fresas, pechugas para hacerlas a la plancha, no puede faltar el brócoli, la lechuga y los ravioles, pimiento morrón, cebolla y un poco de condimento. Todo va a salir de maravilla, estoy seguro que sí, no hay falla.
Bueno preparemos esto, Logan toma los huesitos, anda comételos. Todo está ya listo, sólo falta que llegue mi amada, esperaré. Pero, me pregunto ¿quién habrá enviado la nota? Ahora no es importante, ya tengo a mi mujer.
[Gustavo esperó, no lo hizo por mucho tiempo, porque la mujer llego puntual a la cena, Gustavo al escuchar el timbre, abrió la puerta y la dejó pasar a lo que sería una cena inolvidable para ambos, así lo había imaginado él, todo iba siguiendo una línea... la perfección.]
-Hola, pasa, estas como en tu casa, aunque la tuya esté enfrente, siente esta como si fuera la tuya.-
-Gracias, créeme que lo haré,- contestó Lucía con una sonrisa -
-Bueno, siéntate aquí en la mesa, que yo en unos instantes traeré la cena, espera.-
[Lucía inspeccionaba cada rincón del pequeño departamento como si estuviera buscando algo, era como si estuviese marcando su territorio con la mirada; mientras tanto, Gustavo servía cuidadosamente a porciones exactas lo que comerían, como todo un gran chef lo adornaba magistralmente.
Al salir de la pequeña cocina se dispusieron a comer, sus miradas eran enamoradas, en especial la de Lucía, que mientras comían no separaba la vista del muchacho, parecía como si se lo estuviera comiendo a él; sus pupilas estaban extremadamente dilatadas, sus ojos eran como aquellos remolinos hipnotizadores. Terminaron de comer.]
-Gracias por la comida, estuvo magnífica, ahora si ya te puedes casar.- Comentó Lucía mientras se limpiaba la boca.
-Gracias, estoy pensando en eso.
-¿En serio? ¿Tienes novia?
-No, este... se podría decir que sí...
-¡Que chica tan afortunada! Mira que tener a un hombre trabajador, ordenado, responsable, apuesto y lo más importante buen cocinero no es fácil de atrapar.-
Esto lo decía mientras lentamente deslizaba su pierna bajo la mesa para acariciar a Gustavo.
-Este... pues esa chica eres tú, a lo mejor tu no lo sabes pero te he estado creando desde hace un tiempo, también sin conocerte físicamente ya te había visto en uno de mis vagos sueños, hasta tu nombre lo sabía.
-Yo también te he visto y me da gusto estar aquí, contigo, -se puso de pie y se sentó en las piernas de Gustavo- solo tu y yo, nadie mas.
[Comenzó lo inevitable, sus besos eran salvajes, pero parecían estar al ritmo de las mas ilustres notas de el carnaval de Schumann que se escuchaba como música de fondo, el piano de la sonata iba transformando los instantes y despojando con perfecto ritmo las ropas de los amantes, él recorría con sus manos todo su cuerpo, desde las piernas, pasando por las ingles, abdomen, senos hasta por fin alojarlas en el cabello; ella era la maestra de ceremonias, dirigía toda la orquesta, sus movimientos hacían obedecer a los del otro, no podía existir sincronía mas exacta en esos instantes era todo un fenómeno natural, como un eclipse.
Sin darse cuenta terminaron dormidos en la cama, Lucía despertó primero y después de besarle la frente a su amado, salió del departamento.
Los días transcurrieron de igual forma charlaban, comían y se iban a la cama, eran los días más felices en sus vidas, pero Gustavo podía sentir que algo extraño estaba pasando, pero no sabía qué, habían pasado cosas muy extrañas antes y durante su estancia con Lucia, por ejemplo: el timbre, la nota, el sueño, ella.]
-Oye, sabes una cosa, te amo, pero necesito saber más de ti, ¿de donde vienes?-
Pregunto Gustavo.
-Eso ahora no te lo puedo contestar, de eso tú te darás cuenta un día, solamente te puedo decir que yo ya te había intentado contactar, es decir, yo ya había tocado a tu puerta y después huía, también un día te esperé hasta tarde y nunca llegaste así es que decidí dejarte un recado bajo tu puerta, hasta que un día decidí hacerlo y fue cuando por fin nos vimos y nos brindamos el uno a el otro.
-Pero... ¿por qué tardaste? Te das cuenta que yo ya te había estado esperando, yo ya te había creado en mi mente, ya vivías ahí, no había otra cosa, no hay otra cosa.
-Mira, ya no sigas, todo se sabrá a su tiempo, al fin y al cabo tú estas feliz y yo también, solo vivo para ti y por ti.
[Después de ese día nada volvió a ser igual; siempre después de hacer el amor, volvía la misma discusión entre cobijas y ella por lo general terminaba huyendo del departamento de Gustavo.
Él seguía intrigado por el pasado de su mujer pero mas por el futuro de ambos, cómo iba a haber futuro sin un pasado, sin un buen presente, la situación daba miedo, el no quería dejarla escapar, cómo lo iba a hacer si por fin estaba realmente enamorado.
Los meses transcurrían al son de la misma tonada, pero lejos de desalentar a Gustavo, ya se había enamorado más, esto se estaba convirtiendo en una obsesión por tener a Lucia al cien por ciento. Cada noche antes de irse a dormir, Gustavo preparaba un discurso y después lo leía frente a un espejo, cada discurso seria entregado a Lucia, y cada uno era recitado con una extraordinaria actuación, en algunas ocasiones llegaba al borde del llanto; Gustavo ya no tenía vida propia, ya no quería ir a trabajar, todo el día hablaba solo planeando la estrategia para saber el pasado de Lucia, estaba enfermando.
Una noche Lucía llegó de improvisto, Gustavo se encontraba en su cuarto desnudo y recitando como de costumbre frente al espejo, lucia entró y sin hacer ruido cerró la puerta.]
-¿Qué estas diciendo?- Preguntó Lucía mientras se desnudaba.
-Nada, sólo viéndome al espejo.
-Hablabas solo
-Es que ya no aguanto mas, por favor te lo ruego, me estoy muriendo, ¿qué me estás escondiendo? Por favor ¡dímelo!
[Lucía enmudeció y solo pudo besar a Gustavo como nunca antes lo había hecho, parecía un beso de despedida. Hicieron el amor y también fue como una despedida, lo hizo llorar de placer, lo amó como ninguna mujer ha amado a un hombre en todo el mundo.]
-Ahora si, ¿ya me vas a decir?- insistió una vez mas mientras le hacia un nudo al condón que acababa de usar.
-Creo que ese día del que te hablé hace tiempo ha llegado, fue bueno mientras estuve aquí, pero yo no pertenezco a este mundo, al tuyo si, pero a este no.
-No te entiendo-.
Gustavo podía oler lo que podría pasar.
-Vamos afuera, necesito respirar aire fresco antes de marcharme.- Lucia se vistió y se dirigió hacia la puerta mientras terminaba de meter sus pies en aquellos tacones rojos que Gustavo le había regalado.
-Pero yo no quiero que te vayas.
-Es inevitable, yo soy tuya, ¿me entiendes?
Gustavo alcanzó a la mujer tomándola de las caderas apretándola a su cuerpo.
-No entiendo-intentó abrir la puerta pero estaba cerrada no había forma de salir del cuarto-
no te podrás ir, nos quedamos encerrados.
-No Gustavo, entiéndeme, tú estás encerrado, yo no.
Lucía desapareció de entre la pared ante el asombro de Gustavo, no cabía ni una explicación a lo ahí acontecido, solamente se podía decir que el estuvo y estaba solo, solo consigo mismo. Lo único que hizo fue derrumbarse en el suelo y llorar por un largo tiempo, fueron días, hasta que un día ya no se oía ni un solo sollozo.