martes, 8 de septiembre de 2009


“Las Mágicas Vueltas de la Vida”
G. Axel U. Padrón.


Son las ocho de la mañana, Marisol despide a su hijo a las afueras de la primaria “República del Brasil”. Él es Ignacio López Mendiola, mejor conocido como Nachito, acaba de cumplir 7 años, tiene el pelo rubio y ojos color miel, no es gordo ni flaco, es robusto y un poquito chaparro.
Su pesadilla se había vuelto realidad, había regresado a la escuela; ya que toda la semana anterior se había estado levantando como a eso de las tres de la madrugada llorando y con un fuerte grito de espanto, pareciera como si las pesadillas se hubiesen sincronizado. Soñaba su regreso a la escuela. Tener que soportar otra vez las golpizas que le propinaba el pelirrojo del Canek, la burla de sus demás compañeros por no poder pronunciar la “R”. Le torturaba también el soñar con el inglés, materia con la que más se atoraba. Y las tareas; esas estúpidas tareas –así las nombraba él y cuándo lo escucho Marisol, de una bofetada le sangró la boca- aquellas que nunca le salían, sólo la de matemáticas, porque esa materia era su favorita (además de historia) y era su preferida desde que su abuelo, que era maestro en la Normal, le enseñó a contar hasta el cien cuando solamente tenía cuatro años. Recordaba perfectamente la frase que le dijo: “los números son el lenguaje que entiende todo el mundo”. Y desde ese momento él lo asimiló y lo asimilaba muy bien.
Su abuelo lo consentía demasiado, nuestro Nachito no tenía padre. Cuando él tenía tres años los había abandonado a él y a su hermanita menor. De tal manera que su abuelo se había convertido como en su padre, pero un padre peculiar... No regañaba, y eso era lo que le encantaba al tacho, pinocho, huarachi, chacho, wachini, coco duro, zapatero remendón, mesero servilletero, genio de Alí Baba, simio condicionado por su mamá.
Así le decía su abuelo en todo momento. Como él, todos los nietos tenían su propia rima, pero la de él era especial, era la más larga y cada que se le ocurría a su abuelo otra palabra agradable a sus oídos, no dudaba en agregarla. La composición de la rima de Nachito, no sólo estaba hecha de palabras escuchadas al momento, sino eran una serie de recuerdos del abuelo; por ejemplo, “Tacho” era un señor que el Don conoció cuando él solamente tenía 10 años, ellos eran muy amigos y así le decía a su nieto porque sus pantalones de mezclilla eran iguales a los de aquel personaje. Wachini era su nombre artístico cuando él era payaso, zapatero remendón era el pasatiempo del viejo, simio condicionado por su mamá era porque al parecer del anciano, Nachito estaba siendo educado como un pequeño changuito, de la forma más tierna. Ya las demás palabras fueron siendo agregadas con el paso del tiempo.
Su relación con su familia era buena, pero sin duda con el que mejor se llevaba era con su abuelo. Todas las noches, Nachito y su hermana Lucecita subían a la azotea del departamento de sus abuelos, antes de que su mamá y su abuela llegaran, porque sino los castigarían; ahí, ya los esperaba su abuelo contemplando el despejado y oscuro cielo y las pocas estrellas que alcanzaban a brillar. Ellos al llegar, luego, luego se instalaban junto de su abuelo y enfocaban su mirada hacia aquella bóveda oscura con lucecitas, mientras tanto, el anciano les contaba historias increíbles.
El abuelo era querido y respetado por todos, aunque no lo pareciera, pero su carácter denotaba una personalidad culta, seria e inquieta, además de que siempre estaba ingeniando algo nuevo o bromeando, lo único que no le gustaba a la familia de Don Jonás era su forma de beber, él era un borracho empedernido a tal grado de llegar a dar sus clases de literatura completamente ebrio. Él era el encargado de traer de regreso a casa a Nachito, pues trabajaba –como ya lo he mencionado- en la Benemérita Escuela Nacional de Maestros (BENM) la “Normal” y la primaria del chiquillo se encontraba dentro de las instalaciones de dicha institución.

Al entrar al patio central de la escuela, Nachito se encontró con un mar de rostros nuevos, de entre la multitud, trataba de reconocer alguno, su hermanita que por primera vez pisaba la primaria le preguntó:
-¿Ésta es la escuela de la que tan mal hablas? Eres un tonto es muy bonita, nada mas ira que patiezote.
Él le lanzó una mirada tosca y contestó:
-Ya te darás cuenta hermanita y yo no estaré ahí para defenderte por burlona, anda corre ahí está tu fila, no quiero que me vea contigo el Canek, no necesito que tome otra cosa como pretexto.
-¿Pa’ qué?
-Para nada olvídalo.

Su hermanita se incorporó a la fila del grupo 1°A, mientras nuestro amiguito caminaba recorriendo los tres grupos de primero para unirse al suyo. Cuando pasaba frente al primero b, sintió un zape de tal magnitud, que hasta le había desacomodado el gallito que tanto se tardo su mamá en fijar. Volteó y se dio cuenta que el culpable ahora de su peinado de alfalfa, fue su gran pesadilla.
-¿Qué paso tonto? ¿Ya aprendistes a hablar o todavía no?
-Yo ya, pero se nota que tú no, pareces víbora poniéndole eses al final de tus palabras.
No le hubiera respondido así a Canek porque en ese instante le propinó un golpe en el estómago que le saco el aire y las lagrimas.
-Y que ni se te ocurra volverme a contradecir porque te va peor.
Pero en ese momento se acerca Lucecita, y con tremenda patada dejó a Canek junto a Nachito. Le había dado justo en el pajarito.
Nachito se quedó sorprendido mientras veía a su hermana escupirle la cara al abusador, esto lo hizo a pesar de que su maestra que aún no la conocía la jalaba y la llevaba a la dirección.
Canek se pasó todo el día sentado a causa del dolor, ni siquiera al recreo salió, Nachito sentía un placer deformado que le recorría todo su cuerpo, sin embargo, no podía creer la reacción de su hermana, no había podido hablar con ella pues la castigaron todo el día.
A la salida su hermana le preguntó que ¿quién era ese pelos de elote que le había pegado? El respondió que era su archirequeterecontraenemigo, y que esta vez con su ayuda había ganado una batalla y tal vez la guerra. Respondía mientras recordaba la cara que había tenido todo el día el tan odiado escuincle. Su abuelo que iba conduciendo la combi 76’ verde preguntó:
-¿A poco te sigue molestando el hijo del Rendón?
-Sí, pero ya le dimos su merecido.
-¿Quieres que le diga a su papá?
-No, ya lo tenemos controlado.-Respondió Lucecita.
El viejo frenó sorprendidísimo y volteó rápidamente a ver a la niña que le recibió con una sonrisa angelical y a la vez retadora. El abuelo se volvió hacia el frente y con una risa hacia sus adentros llena de orgullo y regocijo continuó manejando.
Debo añadir que el abuelo tenía una semejanza laboral con Nachito, el padre de Canek también era su enemigo, solo porque siempre lo hacía menos frente a su alumnado.
Bueno, Nachito se sentía seguro pero no conforme, ¿cómo iba a dejar que su hermanita lo defendiera? Por donde se le viera estaba mal, era mas chica, era su hermana, y además ¡era mujer! No, en definitiva tenia que poner un remedio eficaz, pero mientras lo pensaba, continuaría así.
Llegaron a su casa y se pusieron a hacer de comer, su mamá seguía estudiando, ella quería ser actriz y lo estaba consiguiendo. A los niños no les incomodaba del todo, eran libres y podían hacer lo que se les pegara en gana, además del aseo de la casa, la comida para ellos y por supuesto, la tarea.
Ya que habían comido, salieron al patio a jugar un rato esperaron a que oscureciera y se dirigieron a la cita que tenían todas las noches con el abuelo.
El abuelo como siempre puntual, aguardaba sentado mirando al cielo. Comenzó a hablar y confiarles a los pequeños un misterioso secreto, que si no más recuerdo era así: “les voy a decir un secreto que nadie sabe y solo ustedes serán los conocedores... Yo puedo hablar con los extraterrestres, si, yo sé que es difícil de creer pero es cierto, ustedes me han dicho que en las noches cuando yo falto en este lugar, han visto como se mueven sólo dos estrellas de todas las que están allá arriba, que bailan, se cruzan, se expanden y se burlan de ustedes. Eso que ustedes han visto es mi culpa, yo he dado instrucciones a mis amigos de que cuando yo no esté, no se sientan solos y los entretengan. ¿Qué cómo he conseguido su amistad? Fue algo circunstancial yo estaba borracho y subí a terminar mi trago, cuando dos luces brillantes, tan brillantes como el Sol, me cegaron. No recuerdo más solo hasta el día siguiente, creí que había sido mi borrachera, pero me sentía joven, rozagante, como nuevo; solo tenía un dolor minúsculo en mi dedo grande del pie derecho, me despojé de mi zapato y calcetín y descubrí que tenía mi uña completamente negra y en el centro de la misma un circulo blanco, blanquísimo. Así fue como me di cuenta y me hice de su amistad; además me dieron poderes curativos, o Luz ¿te haz preguntado porque tu gato ya no cojea? ¿No? Pues yo lo sané, hasta ya tengo mi consultorio y unos que otros pacientes, ¡Ah! Pero yo soy un doctor muy peculiar soy el único doctor sobre la faz de la Tierra con tal titulo, apréndanselo bien soy el Mtro. Jonás Mendiola “Subconcientólogo Lingüista”. Les voy a dar mi único libro llamado “Reverberario” en donde narro mi vida a través de los subconscientes de todas las personas que han pasado por mi vida, además de las bases de mi nuevo idioma el cual mis amigos extranjeros me ayudaron a estructurar: “El Calacastro”, solo dense cuenta de dónde viene la palabra México: mexica – mexican – mexicano – maxica – maxician – maxia. Sen fijaron, todos los que vivimos en este país tenemos magia, solo hay que descubrirla, y yo, soy el elegido para hacerlo y lo voy a hacer.
¿Quieren ver algo, para que se den cuenta que no les estoy mintiendo? ¿Si? Miren esa estrella, la que esta junto a el cinturón de Orión, las que parecen los tres reyes magos, ¿ya la vieron? Bueno, ahora miren esa que está junto a la colita de la osa menor, si, esa que brilla mas, pues cuenten hasta cinco y las dos se comenzarán a mover, se cruzarán, bailaran, se expandirán y finalmente desaparecerán. A ver cuenten conmigo ¡1, 2, 3, 4, 5!

En ese instante las estrellas hicieron lo que el abuelo había dicho, los niños estaban emocionados, no cabían en su propio cuerpo de la emoción, se sentían los niños más afortunados ahora sí que del universo. Su abuelo ya dormía, ellos no se habían dado cuenta que el viejo estaba ahogado en alcohol, no le dieron importancia a eso y bajaron a su casa segurísimos de sí mismos.
Cuando llegó Marisol acompañada la abuela, los niños todavía con la emoción corrieron hacia ellas a contarles lo que habían visto, después de narrar lo que vieron en el cielo con lujo de detalle, las señoras solo pudieron decirles:
-Han de ver sido helicópteros, había un incendio aquí cerca, como creen en esas tonterías.

Al escuchar las palabras de las señoras de la casa, solo les resto irse a la cama y soñar felices, no iban a dejar que dos mujeres cansadas les arruinaran lo mas emocionante que había pasado frente a sus ojos en toda su vida. Durmieron.
La semana pasó sin novedad, el abuelo había desaparecido, era viernes y sólo faltaban 3 minutos para que los niños salieran de clases, sonó la chicharra y todos como estampida de antílopes salieron de la escuela. En la combi ya esperaba el abuelo, todavía un poco ebrio pero ahí estaba. Los niños subieron al vehículo, no se atrevieron a hacer preguntas, se le veía demasiado feliz al abuelo como para cuestionarlo de donde había estado o notificarle de que en los días en los que no estuvo el tuvo muchos pacientes que tocaban a su puerta, o contarle lo que las tías y la abuela decían de él, de su paradero, de donde se encontraba, que si estaba loco por lo que les había dicho a los niños, que era un alcohólico que ya no hallaba que hacer con su vida, que ya estaban hartas y que no había ido a trabajar, que lo iban a correr.
El abuelo estaba realmente feliz, tanto que a cada niño les compro una figura de acción de moda, los niños no comprendían tal situación, pero al ver sus juguetes lo pasaron por alto. Al llegar a la casa el anciano los dirigió hacia su recámara, sacó un viejo baúl de madera y de él extrajo un libro, un carro de hojalata y unos escritos en guías para exámenes finales de su escuela. Se los entregó a los niños sin decir una sola palabra y salió de la habitación.
Los niños estaban aún más extrañados, Nachito, mientras comía su hot-dog pensaba, reflexionaba sobre la situación, todo lo que había pasado había sido mágico, desde esa vez en la que su hermana lo defendió, su megarequeterecontraenemigo no lo había vuelto a chingar, es mas, hasta ya se estaba volviendo su amigo, además su hermana era súper respetadísima en la escuela, hasta los de sexto le tenían miedo, el ingles ya lo podía ver un poco mejor, hasta nachito ya era aceptado para jugar fútbol en el recreo, en sí todo había dado un giro de 360 grados. Todo estaba bien.
Pero ellos desconocían la postura del viejo. Don Jonás, se reunió con los jóvenes vecinos de la cuadra, estaban bebiendo y jugando un poco pesado, pero el viejo seguía feliz, nada le afectaba. A Nachito se le antojó una Pepsi y salió a comprarla, al llegar a la esquina, vio una escena muy grotesca, los chavos cargaban a su abuelo, unos lo tomaban por las axilas y otros de las piernas haciendo que estas se abrieran, los que lo cargaban por las piernas, lo jalaban fuerte provocando que un viejo tronco se incrustara en sus huevos y su ano, para acabar pronto le estaban practicando el clásico tubo. El rostro del abuelo ya cambiaba, por momentos era de felicidad y por otros ratos de dolor, él gritaba -¡ya cabrones, ya estuvo! – pero los chavos solo se burlaban más y continuaban – ¡pues por eso, es, tubo, tubo! ¡Ja ja ja!
Nachito espantado, se regresó corriendo a su casa empapado en lagrimas se metió a su cuarto y durmió. Lloró de tal manera que hasta se privó.
Al despertar ya era de noche, lo habían despertado los cánticos de su abuelo que ya había regresado, borracho como de costumbre. Cantaba.




Sobre el arco iris estará:
Janam Mandalam
¡Aaaaaaaaaaaaaa!
Sobre el arco iris estará
Janam Mandalam
¡Aaaaaaaaaaaaaaaa!
¡Ja Ja Ja Ja!




Nachito y su hermana se asustaron mucho, y optaron por dormir juntos esa noche, y hacerlo de inmediato, porque además ellos tenían al día siguiente un desayuno de bienvenida en la primaria. Tardaron un poco en conciliar el sueño pero lo hicieron.
A la mañana siguiente, los despertó temprano su madre, tenían una cita, eran las 7:00, mientras ellos desayunaban, Marisol tomaba un baño, Luz ya no aguantaba las ganas de hacer pipí y si se mojaba, le tocarían unas buenas nalgadas con la chancla, así es que optó por orinar en el pastito, salió. Al abrir la puerta se encontró con un bulto desparramado en el suelo justo a lado de las escaleras que conducen al departamento del abuelo. Se paralizó e instintivamente corrió adentro de la casa asustadísima gritando:- ¡Hay algo tirado allá afuera! ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamita! ¡Hay algo tirado allá afuera!- Los tres salieron de la casa a ver y se encotraron con que era el abuelo, su cabeza estaba rodeada de un charco de sangre. Su cabello empapado.
Los niños lloraban y trataban de despertar a el abuelo.
-¡Abuelito! ¡¡Abuelito!! Despiertate, tenemos que ir a la escuela, ándale-.
Marisol también lloraba, no podía ponerse fuerte en tales circunstancias. La tía Chalía, llamó a la ambulancia. Se lo llevaron.
Después de varios exámenes médicos y después de haber estado una semana en coma, los doctores dijeron que habia tenido un derrame cerebral, que ya no iba a ser el mismo de antes.
Han pasado unos años y él, sigue igual que cuando llegó a su casa después del hospital, solamente que ahora ya platica más, se ha retirado de todas sus profesiones. Está solo, no quiere hacer nada, pero sigue puntual en las citas con sus nietos que ahora son unos adolescentes sólo que el lugar ha cambiado, ahora es su cuarto.
Los tres siguen volteando al cielo en las noches esperando que se muevan aquellas estrellas, ya no se ven. Se han ido.
Los nietos todavía no alcanzan a descubrir por completo a ese hombre que los protegió durante su niñez, y que les dejó, sólo les dejó: un libro, un carro de hojalata y unos escritos que decían: Veta, vita, vital, veda, vida. Así es la vi-da si no ves por dónde vas, da vueltas y te chinga.

martes, 1 de septiembre de 2009


Luce soledad
Axel Padrón.

Iba caminando solo por una calle amplia, llena de charcos que hacían más torpes mis pasos. Así no podía seguir dibujándote en mi mente, mi gran obra todavía no estaba hecha.
Así es, después de haber convivido a lo largo de mi vida con todo tipo de mujeres, ya estaba aburrido de siempre estar sin sentir nada... -¿estaré muerto por dentro? No lo sé, quizá, pero quiero cambiar, estoy cansado.
La calle se ha transformado en un gran laberinto, los árboles dibujan un ambiente de tristeza, los coches avanzan demasiado rápido, me imagino que esas luces que pasan a lado mío son coches, ¿por qué me miran así? Estoy empeorando, quiero dejar de pensar en esa mujer, mi gran obra, no, mejor la concluyo, y después de constituir la forma perfecta, la buscaré; al fin que ya mi mente se sentirá mas relajada y sólo estará ocupada en una cosa.
¡Maldición! Olvide comprar leche, no podré inspirarme, ¿qué hora es? ¿Estará todavía abierta la tienda de Don Rodiles? No, ya es muy tarde, bueno, pero por fin estoy en mi casa,-introdujo la llave en la ranura correspondiente-. Hola Logan, ¿tienes comida? Haber déjame servirte, ja, te gusta mi presencia verdad, ronroneas muy alto, ya amigo come y deja de ronronear, te lo he dicho muchas veces: mientras comas no ronronees, te puedes asfixiar, más despacio, no tragues, mastica, espera, voy a ver si nos queda un chorro de lechita aún, tú come, recuerda despacio, ahora vuelvo.
¡Oh, Dios es grande! Nos queda un cuartito, la compartiremos, bebe Loguitan. Shhhhhh,
-el timbre suena un par de veces-. Alguien toca, ¿quién es? No contestan amigo voy a echar un vistazo, –Gustavo gira la perilla y se da cuenta que no hay nadie-. No era nadie, que raro, no creo que los niños se pongan a jugar a esta hora a tocar timbres, ha de ser un falso contacto, mañana lo arreglaré, ahora tengo mucho trabajo, tengo que terminar mi obra.
[De esa forma Gustavo da vueltas por su departamento buscando los llamados “planos” de aquella persona para él perfecta, el sabía dibujar, escribir, se ganaba la vida actuando en pequeñas fiestas infantiles además de que de vez en cuando salía de extra en algún comercial y si le iba bien en una película.]
Aquí están, sólo me faltan afinar unos detalles y todo estará presto para buscar y finiquitar esto de una vez por todas y ser feliz, de una buena vez feliz. A ver, let me see, debe ser alta, sí, yo soy alto, además morena, de piel quemada, limpia, tersa, ojos verdes y grandes, sí, delgada, el volumen de sus senos, caderas y nalgas no me es muy importante, lo que sí lo es, es que piense aunque sea un poco, que le gusten los museos y el teatro, así, lo demás lo practicaremos cuando la encuentre... Gustavito, prepárate para la búsqueda.
[Esa noche no pudo dormir de la emoción, la ansiedad era un aire frío que lo hacia temblar y hundirse en lo más profundo de sus cobijas, esperaba la luz del día, un chispazo con el cual saltaría como juguete de caja de sorpresa. El sueño lo venció, durmió y soñó, tuvo un sueño extraño, parecía real, una mujer tal cual y como él la había trazado, lo llamaba, la mujer estaba desnuda, él al percatarse de tal cosa se acerco lentamente, la mujer lo apuntaba con sus dedos, el índice de la dama lo llamaba, la mujer desapareció de entre la maleza de la selva. Él gritaba un nombre, -¡Lucía!- pero era muy extraño, ella no le había dirigido siquiera una palabra y él estaba seguro de que se llamaba Lucía, tan seguro que como se llama Gustavo, así se lo explico él mismo. Lucía contestó con un grito: -¡Despierta imbécil!- y en ese instante cuando él estaba apunto de tomarla por las caderas despertó.]
¡Qué raro sueño! Era ella, pero ¿cómo? No importa, la buscaré, pero primero, lo primero, tomaré un buen baño, después el trabajo con los niños de la primaria, y comenzaré la búsqueda.
[Mientras Gustavo se duchaba volvió a escuchar el timbre, sonaba una y otra vez, era un sonido desquiciante, él no tardó en desesperarse; enredó una toalla alrededor de su cintura y se dirigió a la puerta preguntado: -¿Quién?- como no contestaba nadie se fue al baño, no le dio gran importancia. Salió a trabajar.
Mientras se dirigía a su cita en la primaria donde fungiría como payaso por ser 30 de abril, recordaba el sueño, como por arte de magia el destino le había mandado la imagen exacta de lo que él quería, fue como si el le hubiera entregado los planos al destino y este se hubiese encargado de construir lo maravilloso, y claro está, él había guardado la imagen en el disco duro de su mente.]
Que formas tan curiosas, de recordar tiene uno, si apenas te creé ayer mi amada Lucía y te renombré y bauticé en mis sueños, ¡ay Dios! Ahora sí, ya terminó mi jornada laboral, ahora a buscarte, pero primero, necesito tomar algo, esto de estarte pensando y creando, me ha desgastado bastante, necesito un buen vaso de leche, y después un mescalito para equilibrar la crema.
[Gustavo entró a un restauran-bar de la colonia Juárez, en la calle de Toledo, el “Talismán”, pidió al mesero un vaso de leche y unos cigarrillos, al terminarse su trago, pidió una botella de mezcal, ese día le habían dado ganas de beber.]
A ver, por dónde empezaré, I don’t know, ni siquiera cómo la voy a encontrar, hay muchísima gente en la ciudad, pero no me importa, yo sé que la voy a encontrar, nadie me la va a ganar, yo la creé, está enlazada a mi vida y yo a la de ella.
[Pasaban los minutos a cuenta gotas, y él cada vez desesperaba más, además de que su embriaguez cada instante se hacía más notoria, decidió salir del lugar para ir a casa, no sin antes comprar leche.]
¡Caray! Sí que estoy un poco ebrio, ¿qué es esto? –Se preguntaba mientras levantaba del suelo al pie de su puerta un sobre color azul celeste.- ¿Será una invitación? – Abrió el sobre y se dio cuenta que era una especie de recado anónimo que decía: “te estuve esperando amor. L.” Su extrañeza era mucha, ¿cómo podía ser posible? Él no tenía ningún amorío en esos instantes; no pudo despejar su mente de esa nota, trató y trató de adivinar quien pudo haber sido sin encontrar respuesta, el cansancio y el peso del mezcal le vencieron y terminó esa noche durmiendo con la nota en la mano.-

[La mañana siguiente fue de lo más monótona, hizo lo de costumbre, tenía otra fiestecilla para niños, mientras se maquillaba, el timbre volvió a sonar como lo había ya hecho dos días atrás. Dejó sus pinturas sobre el buró y se dirigió con maldiciones a abrir la puerta, al abrir esta su rostro se llenó de sorpresa y miedo, una serie de sentimientos volaban por sus adentros sin que él pudiese hacer nada, se quedó petrificado.]
-Hola soy nueva aquí, me acabo de instalar en el departamento de enfrente, solo vine a presentarme, me llamo Lucía... Valdez, y tú... ¿tienes un nombre además de esa nariz tan roja?-preguntó la dama sin inmutarse.-
-Aaaa... este, Gustavo, -tosió- ¿llegó hoy?
-Háblame de tú, y sí, llegue hoy de madrugada; si llegaras a necesitar algo ya sabes donde encontrarme, bye Gustavo. –La mujer se alejó y entro a su departamento-

¡Es ella! Como chingados no, claro que es ella, es la misma que soñé, el mismo rostro, el mismo pelo, el mismo cuerpo, la misma voz, ¡el mismo nombre! ¿Qué hago? ¿Qué chingados voy a hacer? La tengo que invitar a salir, no, no, no; mejor a cenar aquí en mi casa, una cena de bienvenida, ¡sí! Así lo haré, es más, hoy no voy a trabajar, mejor primero la voy a invitar y después a comprar lo mejor para preparar una buena cena.
[Gustavo se despintó y fue a invitar a Lucia. Estaba y se le notaba muy seguro de sí mismo, y él sabía por qué, lo tenía que estar, su creación había llegado a sus pies y ahora sólo dependía de él que ahí se quedara por siempre.
Gustavo se enfiló directo a la puerta de Lucia, tocó y la invitó, ella temerosa pero segura aceptó, todo en ese día marchaba de maravilla, no cabía ningún error.]

Flan, vino, fresas, pechugas para hacerlas a la plancha, no puede faltar el brócoli, la lechuga y los ravioles, pimiento morrón, cebolla y un poco de condimento. Todo va a salir de maravilla, estoy seguro que sí, no hay falla.
Bueno preparemos esto, Logan toma los huesitos, anda comételos. Todo está ya listo, sólo falta que llegue mi amada, esperaré. Pero, me pregunto ¿quién habrá enviado la nota? Ahora no es importante, ya tengo a mi mujer.
[Gustavo esperó, no lo hizo por mucho tiempo, porque la mujer llego puntual a la cena, Gustavo al escuchar el timbre, abrió la puerta y la dejó pasar a lo que sería una cena inolvidable para ambos, así lo había imaginado él, todo iba siguiendo una línea... la perfección.]
-Hola, pasa, estas como en tu casa, aunque la tuya esté enfrente, siente esta como si fuera la tuya.-
-Gracias, créeme que lo haré,- contestó Lucía con una sonrisa -
-Bueno, siéntate aquí en la mesa, que yo en unos instantes traeré la cena, espera.-
[Lucía inspeccionaba cada rincón del pequeño departamento como si estuviera buscando algo, era como si estuviese marcando su territorio con la mirada; mientras tanto, Gustavo servía cuidadosamente a porciones exactas lo que comerían, como todo un gran chef lo adornaba magistralmente.
Al salir de la pequeña cocina se dispusieron a comer, sus miradas eran enamoradas, en especial la de Lucía, que mientras comían no separaba la vista del muchacho, parecía como si se lo estuviera comiendo a él; sus pupilas estaban extremadamente dilatadas, sus ojos eran como aquellos remolinos hipnotizadores. Terminaron de comer.]

-Gracias por la comida, estuvo magnífica, ahora si ya te puedes casar.- Comentó Lucía mientras se limpiaba la boca.
-Gracias, estoy pensando en eso.
-¿En serio? ¿Tienes novia?
-No, este... se podría decir que sí...
-¡Que chica tan afortunada! Mira que tener a un hombre trabajador, ordenado, responsable, apuesto y lo más importante buen cocinero no es fácil de atrapar.-
Esto lo decía mientras lentamente deslizaba su pierna bajo la mesa para acariciar a Gustavo.
-Este... pues esa chica eres tú, a lo mejor tu no lo sabes pero te he estado creando desde hace un tiempo, también sin conocerte físicamente ya te había visto en uno de mis vagos sueños, hasta tu nombre lo sabía.
-Yo también te he visto y me da gusto estar aquí, contigo, -se puso de pie y se sentó en las piernas de Gustavo- solo tu y yo, nadie mas.
[Comenzó lo inevitable, sus besos eran salvajes, pero parecían estar al ritmo de las mas ilustres notas de el carnaval de Schumann que se escuchaba como música de fondo, el piano de la sonata iba transformando los instantes y despojando con perfecto ritmo las ropas de los amantes, él recorría con sus manos todo su cuerpo, desde las piernas, pasando por las ingles, abdomen, senos hasta por fin alojarlas en el cabello; ella era la maestra de ceremonias, dirigía toda la orquesta, sus movimientos hacían obedecer a los del otro, no podía existir sincronía mas exacta en esos instantes era todo un fenómeno natural, como un eclipse.
Sin darse cuenta terminaron dormidos en la cama, Lucía despertó primero y después de besarle la frente a su amado, salió del departamento.
Los días transcurrieron de igual forma charlaban, comían y se iban a la cama, eran los días más felices en sus vidas, pero Gustavo podía sentir que algo extraño estaba pasando, pero no sabía qué, habían pasado cosas muy extrañas antes y durante su estancia con Lucia, por ejemplo: el timbre, la nota, el sueño, ella.]

-Oye, sabes una cosa, te amo, pero necesito saber más de ti, ¿de donde vienes?-
Pregunto Gustavo.
-Eso ahora no te lo puedo contestar, de eso tú te darás cuenta un día, solamente te puedo decir que yo ya te había intentado contactar, es decir, yo ya había tocado a tu puerta y después huía, también un día te esperé hasta tarde y nunca llegaste así es que decidí dejarte un recado bajo tu puerta, hasta que un día decidí hacerlo y fue cuando por fin nos vimos y nos brindamos el uno a el otro.
-Pero... ¿por qué tardaste? Te das cuenta que yo ya te había estado esperando, yo ya te había creado en mi mente, ya vivías ahí, no había otra cosa, no hay otra cosa.
-Mira, ya no sigas, todo se sabrá a su tiempo, al fin y al cabo tú estas feliz y yo también, solo vivo para ti y por ti.

[Después de ese día nada volvió a ser igual; siempre después de hacer el amor, volvía la misma discusión entre cobijas y ella por lo general terminaba huyendo del departamento de Gustavo.
Él seguía intrigado por el pasado de su mujer pero mas por el futuro de ambos, cómo iba a haber futuro sin un pasado, sin un buen presente, la situación daba miedo, el no quería dejarla escapar, cómo lo iba a hacer si por fin estaba realmente enamorado.
Los meses transcurrían al son de la misma tonada, pero lejos de desalentar a Gustavo, ya se había enamorado más, esto se estaba convirtiendo en una obsesión por tener a Lucia al cien por ciento. Cada noche antes de irse a dormir, Gustavo preparaba un discurso y después lo leía frente a un espejo, cada discurso seria entregado a Lucia, y cada uno era recitado con una extraordinaria actuación, en algunas ocasiones llegaba al borde del llanto; Gustavo ya no tenía vida propia, ya no quería ir a trabajar, todo el día hablaba solo planeando la estrategia para saber el pasado de Lucia, estaba enfermando.
Una noche Lucía llegó de improvisto, Gustavo se encontraba en su cuarto desnudo y recitando como de costumbre frente al espejo, lucia entró y sin hacer ruido cerró la puerta.]

-¿Qué estas diciendo?- Preguntó Lucía mientras se desnudaba.
-Nada, sólo viéndome al espejo.
-Hablabas solo
-Es que ya no aguanto mas, por favor te lo ruego, me estoy muriendo, ¿qué me estás escondiendo? Por favor ¡dímelo!

[Lucía enmudeció y solo pudo besar a Gustavo como nunca antes lo había hecho, parecía un beso de despedida. Hicieron el amor y también fue como una despedida, lo hizo llorar de placer, lo amó como ninguna mujer ha amado a un hombre en todo el mundo.]

-Ahora si, ¿ya me vas a decir?- insistió una vez mas mientras le hacia un nudo al condón que acababa de usar.
-Creo que ese día del que te hablé hace tiempo ha llegado, fue bueno mientras estuve aquí, pero yo no pertenezco a este mundo, al tuyo si, pero a este no.
-No te entiendo-.
Gustavo podía oler lo que podría pasar.
-Vamos afuera, necesito respirar aire fresco antes de marcharme.- Lucia se vistió y se dirigió hacia la puerta mientras terminaba de meter sus pies en aquellos tacones rojos que Gustavo le había regalado.
-Pero yo no quiero que te vayas.
-Es inevitable, yo soy tuya, ¿me entiendes?

Gustavo alcanzó a la mujer tomándola de las caderas apretándola a su cuerpo.
-No entiendo-intentó abrir la puerta pero estaba cerrada no había forma de salir del cuarto-
no te podrás ir, nos quedamos encerrados.
-No Gustavo, entiéndeme, tú estás encerrado, yo no.

Lucía desapareció de entre la pared ante el asombro de Gustavo, no cabía ni una explicación a lo ahí acontecido, solamente se podía decir que el estuvo y estaba solo, solo consigo mismo. Lo único que hizo fue derrumbarse en el suelo y llorar por un largo tiempo, fueron días, hasta que un día ya no se oía ni un solo sollozo.